La política latinoamericana: Un estudio de caso de Chile

Originally submitted: June 2022

The task for this essay was to critically respond to the following quote from The Buried Mirror: Reflections on Spain and the New World, a brilliant textbook by the Mexican writer Carlos Fuentes:

Few cultures in the world possess a comparable richness and continuity... That is why we find striking that we [Latin America] have been unable to establish a comparable economic and political identity. I suspect that this has been so because all too often we have sought or imposed on ourselves models of development that are scarcely related to our cultural reality.

I chose to centre my response around a case study of Chile since I was already quite familiar with its political history. I believe that Chile provides a great example of a Latin American country which did try to establish its own political identity, and failed only because the United States smothered that identity by forcefully implementing a neoliberal model instead.

To make this content more accessible, I hope to append an English translation when I have time. You could use the in-browser Translate option if you have one, but be aware that the translation quality is quite poor, and it even skips over entire chunks of text and leaves sentences unfinished.


Introducción

Carlos Fuentes enmarca la situación económica y política de Latinoamérica como algo que ha traído sobre sí misma; no estoy de acuerdo con esto. Planteo que la imposición de “modelos de desarrollo que tienen poco que ver con nuestra realidad cultural” siempre ha sido instigada por fuerzas ajenas, y por lo tanto Latinoamérica nunca ha sido dejada en paz para cultivar su propia identidad en estos ámbitos.

Ahora bien, sí estoy de acuerdo con que el patrimonio cultural de Latinoamérica es asombroso y digno de celebración. Por eso me enfada tanto que Latinoamérica nunca ha tenido la oportunidad de madurar y encontrar su propio camino. En cambio, los poderes imperiales se han metido constantemente en sus asuntos bajo el pretexto de que ellos saben mejor.

Voy a centrarme en un estudio de caso de Chile, ya que este es el país latinoamericano con el que estoy más familiarizada. Eso no quiere decir que acepto la situación chilena como una representación exacta de todos los países latinoamericanos, pero tampoco es la excepción a la norma.

La vía chilena al socialismo

Aquí hemos querido y tratamos de hacer algo que otros pueblos no alcanzaron: una revolución por causas distintas, de acuerdo a nuestra historia, a nuestra tradición, y a nuestra realidad.

El Chile del año 1970 era, sin duda, un país del tercer mundo, caracterizado por la desigualdad y la pobreza. Era el segundo más endeudado per cápita; el 2% más rico tenían el 45% de las rentas; había alta cesantía; y en un país de diez millones de personas, un millón de niños no asistían a la escuela y 585.000 familias no tenían su propia casa (Amorós, 2003; Pinedo, 2000).

Se presentó a las elecciones presidenciales de ese año una coalición de partidos de izquierda llamada la Unidad Popular (UP). El precandidato de esta coalición iba a ser un tal Pablo Neruda del Partido Comunista, sin embargo, él decidió rechazar la postulación y apoyar a Salvador Allende del Partido Socialista (Ayala Mora, 2008).

Los objetivos de la UP incluían la nacionalización de bienes importantes como el cobre, la reforma agraria, salarios aumentados (pero suprimidos para los más ricos), mejores jubilaciones y seguridad social, “el reparto gratuito de medio litro de leche diario a todos los niños, … la mejora de la sanidad y la educación públicas, la construcción de miles de viviendas”, “disolución de los cuerpos represivos de carabineros, no más impuestos a los alimentos,” y la “creación del instituto del arte y la cultura” (Amorós, 2003, p. 6; Roitman Rosenmann, 2020, p. 67). A mí estos me parecen buenos objetivos ya que se centran principalmente en el bienestar del pueblo en vez de la economía.

La UP, encabezada por Allende, ganó las elecciones de 1970. Allende fue el primer presidente socialista en el mundo en ser elegido democráticamente (Ayala Mora, 2008). Con eso, puso en marcha su “vía chilena al socialismo” – la cual describió como “un modelo nuevo de Estado, de economía y de sociedad, centrado en el hombre, sus necesidades y sus aspiraciones” (De Pedro, 2002, pp. 7-8). Para Allende era importante destacar que no quería seguir el ejemplo de la Unión Soviética y tampoco el de Cuba – creía que una nueva y única forma del socialismo era lo que Chile necesitaba, e iba a conseguirla de manera democrática y sin violencia (De Pedro, 2002).

Poder popular

Un hecho cultural simboliza y conjuga una manera entera de existir. Una pintura, un poema, o una cinta indica cómo somos, qué podemos hacer, qué es lo que aún tenemos que hacer. La cultura recae, después de todo, en las mismas personas quienes crean la política y la economía: los ciudadanos, los miembros de la sociedad civil.

Allende se había convertido en un “símbolo del movimiento popular”, del pueblo, de la clase baja (Cancino, 2014, p. 43). El lema de sus partidarios era “Crear , crear, ¡poder popular!” (Guzmán, 1979, 37:38). Pero ¿qué es el poder popular, y cómo se distingue del populismo?

A mi parecer el poder popular es algo bueno; representa la participación activa de las masas en la política, una esfera típicamente dominada por la élite. Mientras tanto, el populismo – el método de apelar a las masas – tiene una mala reputación como algo que lleva al autoritarismo. La realidad es que incluso la política de Nueva Zelanda tiene algo de populismo (Vowles y Curtin, 2020). Lo que pasa es que hay dos formas de populismo, inclusivo y exclusivo; el inclusivo, que incluye a todos menos la élite , también se podría ver como algo bueno siempre y cuando sea ejecutado correctamente (Vowles y Curtin, 2020).

Desde el inicio del gobierno allendista (e incluso unos años antes), los Estados Unidos (EEUU) y la oposición derechista apoyada por los EEUU estaban haciendo todo lo que podían para sabotearlo, por razones las cuales discutiré en la próxima sección. Por ejemplo, crearon la ilusión de que había desabastecimiento de alimentos y otras necesidades básicas; lo hicieron acaparando productos en almacenes clandestinos (De Pedro, 2002; Guzmán, 1979). Sin embargo, como dice Guzmán, las masas “asumen una actitud cada vez más creativa para apoyar al gobierno y sobrevivir a la crisis”, en este caso resultando en las Juntas de Abastecimiento y Control de Precios, las cuales (entre otras cosas) buscaban dichos almacenes y redistribuían sus productos (1979, 1:03:07).

A pesar de los intentos de los EEUU, las masas seguían apoyando a la UP. Según Ayala Mora, “en 1970, la Unidad Popular había logrado un 34 por ciento de los votos y en 1973 llegó al 43 por ciento de los sufragios en una elección municipal Intermedia” (2008, p. 125). No obstante, Allende reconoció el descontento de la minoría, y quería reafirmar la validez de su gobierno mediante un plebiscito, el cual habría tenido lugar el 11 de septiembre de 1973 (Guzmán, 1976). Desafortunadamente, los EEUU tenían otros planes para esa fecha.

Por la razón o la fuerza

Al darnos cuenta de que tanto el capitalismo como el socialismo, en sus versiones latinoamericanas, habían fracasado en sacar de la miseria a la mayoría de nuestra gente, encontramos nuestros modelos políticos y económicos derrumbándose. ¿Pero eran realmente nuestros modelos? ¿No habíamos estado imitando, desde nuestra independencia, los modelos extranjeros más prestigiosos de economía y política?

A esa cita de Fuentes, yo respondería que el socialismo no habría fracasado en Chile – o al menos, eso es lo que quiero creer – si los EEUU no lo hubieran hecho fracasar.

Una fuerza impulsora de las acciones estadounidenses fue la ITT Corporation. Su director, Harold Geneen, explica que “teníamos serias preocupaciones por las inversiones de ITT y deseábamos discutir nuestros pensamientos en Washington, y estábamos dispuestos a prestar asistencia financiera a cualquier plan gubernamental para ayudar a proteger la inversión privada estadounidense en Chile” (Coombs, 1998, 1:09:51). En respuesta, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Allende acusó a la ITT “de pretender provocar en mi patria una guerra civil. Esto es lo que nosotros calificamos de acción imperialista. ... La agresión de las grandes empresas capitalistas pretende impedir la emancipación de las clases populares” (Amorós, 2008, p. 113).

Pero el gobierno estadounidense no necesitaba la excusa de la ITT para atacar a Chile. Tenía su propio motivo: el pecado del comunismo. Como dijo Henry Kissinger, “No encuentro razones para observar con indiferencia cómo un país marcha hacia el comunismo debido a la irresponsabilidad de su propio pueblo” (Amorós, 2003, p. 5). Sin embargo, los EEUU y las derechistas chilenas se estaban quedando sin formas de sabotear el gobierno popular. Les quedaba el camino violento: el golpe de estado. Este ensayo no se trata de la dictadura, entonces no voy a tocar en ese tema tan oscuro y doloroso. Pero sí voy a hablar de un aspecto de ella que ha permanecido hasta hoy: el neoliberalismo.

Chile fue el primer país en adoptar el modelo neoliberal (Anderson, 1995, como se cita en Aste Leiva, 2020). Todo gracias a los Chicago Boys, un grupo de economistas chilenos formado en la Universidad de Chicago, y luego contratado por la dictadura para efectuar su proyecto que giró en torno a la privatización, el libre mercado, y la inversión extranjera (Aste Leiva, 2020). El neoliberalismo dio paso a “la generación de desigualdad, condiciones desastrosas de empleo, mercantilización de todas las expresiones de la vida, y en lo político, ausencia de legitimidad de un sistema institucional y constitucional, que se encarga de debilitar la participación popular y las formas para el ejercicio de la democracia” (Gaudichaud, 2015, p. 5, como se cita en Aste Leiva, 2020, p. 13).

Para que nunca más en Chile

Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

El Estallido Social de 2019 en adelante fue un llamado a la dignidad. Los manifestantes querían ser escuchados por una vez; querían que los políticos y los ricos los vieran como humanos en vez de solo escalones en la escalera neoliberal. Unidos por sus demandas, muchos manifestantes experimentaron un “sentido de compañerismo” hacia los demás (Aguilera y Espinoza, 2022, p. 21); algo que trae a la mente la manera en que todos, incluso el presidente mismo, se referían el uno al otro como “compañero” en la época de Allende.

La demanda más destacada del Estallido Social fue la de una nueva Constitución. ¿Por qué? Porque la que Chile tiene ahora sigue siendo el “protector del modelo económico neoliberal, del rol subsidiario del Estado, de un sistema de derechos fundamentales que privilegia a las libertades económicas en desmedro de los sociales, y que además, limita los mecanismos para el ejercicio del poder político por parte de los pueblos” (Aste Leiva, 2020, p. 18). Me alegro de que Sebastián Piñera, a pesar de ser derechista, empezara el proceso de renovar la Constitución cuando era presidente.

Hay que hablar del sucesor de Piñera, Gabriel Boric. En las elecciones de 2021 recibió más votos que cualquier otro presidente en la historia de Chile, y su gobierno es el primero compuesto de una coalición de partidos izquierdistas desde la UP (Robledo Hoecker, 2022). Muchos han comparado los dos gobiernos – ambos populares, izquierdistas, y con la intención de cambiar el sistema en el que se encuentran; en el caso de Boric, ese sería el sistema neoliberal. Él mismo se ha reconocido como allendista; en su discurso triunfal aludió a Allende cuando afirmó, “la historia no parte con nosotros. Estamos parados sobre hombros de gigantes” (Robledo Hoecker, 2022, p. 6).

Conclusión

Quizás soy demasiada optimista e ingenua, pero me gustaría creer que la vía chilena al socialismo realmente era el camino correcto para Chile, y que ahora Boric va a reorientar el país hacia ese camino de nuevo. Y quizás Fuentes reafirmaría su posición de que el socialismo tiene poco que ver con “nuestra realidad cultural”. A eso le respondería que, si uno piensa en la realidad cultural de Chile, piensa en íconos como Pablo Neruda, Violeta Parra, Víctor Jara, y por supuesto, Salvador Allende.

Referencias

Aguilera, C., & Espinoza, V. (2022). “Chile despertó”: Los sentidos políticos en la Revuelta de Octubre. Polis Revista Latinoamericana, 21(61), 10-31. http://dx.doi.org/10.32735/S0718-6568/2022-N61-1707

Allende, S. (1981). Ultimas palabras de Salvador Allende. Convergencia, (3-4), 33-40. https://biblat.unam.mx/hevila/ConvergenciaRevistadelsocialismochilenoylatinoamericano/1981/no3-4/3.pdf

Amorós, M. (2003). A treinta años de la victoria de la Unidad Popular: Chile, la opción por el socialismo. Historia, 16(293), 1-8. https://archivochile.com/Ideas_Autores/amorosm/1/1amorosm0012.pdf

Amorós, M. (2008). Salvador Allende, un revolucionario para el siglo XXI. Pasajes, (27), 109-115. https://roderic.uv.es/bitstream/handle/10550/46244/109-115.pdf?sequence=1

Aste Leiva, B. (2020). Estadillo social en Chile: La persistencia de la Constitución neoliberal como problema. DPCE Online, 42(1), 3-19. http://193.205.23.57/index.php/dpceonline/article/view/885

Ayala Mora, E. (2008). Salvador Allende: Revolucionario, demócrata y socialista. La Tendencia, (8), 122-127.

Cancino, H. (2014). Salvador Allende: Icono de la vía chilena al socialismo. Sociedad y Discurso, (26), 38-57.

Coombs, T. (Director). (1998). Backyard [episodio de TV]. En M. Smith (Productor de la Serie), Cold War. https://www.youtube.com/watch?v=ELDJENmIBTs

De Pedro, H. A. (16 de septiembre de 2002). El bien y el mal: Salvador Allende y George W. Bush. Rebelión.

Fuentes, C. (1999). The Buried Mirror: Reflections on Spain and the New World. Mariner Books.

Guzmán, P. (Director). (1976). La batalla de Chile: La lucha de un pueblo sin armas - Segunda parte: El golpe de estado [Cinta]. https://www.youtube.com/watch?v=9b_gXhnZDEU

Guzmán, P. (Director). (1979). La batalla de Chile: La lucha de un pueblo sin armas - Tercera parte: El poder popular [Cinta]. https://www.youtube.com/watch?v=AuZblcGVt3M

Pinedo, J. (2000). La vía chilena al socialismo de Salvador Allende y su relación con la modernidad. CUYO: Anuario de Filosofía Argentina y Americana, (17), 133-145. https://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/1019/pinedocuyo17.pdf

Robledo Hoecker, M. (2022). La nueva izquierda allendista como mayoría política del estallido social chileno. Análisis Carolina, 2022(1), 1-11. https://doi.org/10.33960/AC_01.2022

Roitman Rosenmann, M. (2020). La vía chilena al socialismo, Salvador Allende a 50 años de la Unidad Popular. Revista de Ciencias Sociales, (170), 61-71. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/sociales/article/view/47047/46583

Vowles, J. & Curtin, J. (Eds.). (2020). A populist exception? The 2017 New Zealand general election. Australian National University Press. https://doi.org/10.22459/PE.2020